GLORIA FUERTES, BYUNG CHUL-HAN Y EL ZEN
GLORIA FUERTES, BYUNG CHUL-HAN
Y EL ZEN
“La
gente corre tanto
porque
no sabe a dónde va.
El
que sabe a dónde va
va
despacio
para
saborear
el
ir llegando”
Gloria Fuertes.
En este poema parece que
Gloria fuertes hubiera leído a Byung chul-Han, en la obra “El aroma del tiempo”.
En el ensayo “El aroma del
tiempo”, el filósofo coreano ahonda en la falta de gravitación del tiempo que
vivimos en los tiempos actuales.
Tenemos la tendencia a pensar
que los tiempos actuales son unos tiempos de aceleración donde se vive muy
deprisa, pero Byung ahonda y profundiza en esta sensación actual para darse
cuenta que el problema no es la aceleración, sino una falta de gravitación del
tiempo que nos hace deambular dispersos sin tener claro a donde queremos ir.
El tiempo pierde su duración y
su sabor cuando pierde su centro gravitatorio, su dirección y su sentido; el
vagar dispersos carece de centro, de dirección y de objetivo y parece ser la
necesidad primordial del sistema neoliberal: individuos aislados en sí mismos y
confusos que vagan dispersos sin saber a dónde ir.
“No saber a dónde ir” e “ir
corriendo sin saber a dónde”, esconde detrás una tremenda contradicción, querer
llegar a todos los sitios. La renuncia es una negatividad a la cual el ser
humano actual programado por el sistema neoliberal, no es capaz de realizar.
La renuncia no es algo que
entre en los planes de la modernidad, ni del ser humano del siglo XXI. La frase
hecha que usamos mucho, “me falta tiempo”, en realidad esconde un “me sobran
deseos”.
Santoka, el monje desnudo,
escribió: “El que se busca no tiene a dónde ir”.
No es lo mismo no saber a dónde
ir, que no tener a dónde ir.
“No saber a dónde ir”, esconde
una ansiedad por querer llegar, una ansiedad por atrapar y el tiempo se
convierte en amenaza, porque corre sin remedio, y el mar de la oferta es
demasiado extenso para nuestra breve existencia. El deseo quema en la mente y
dispersa el tiempo.
Otra frase hecha de nuestros
tiempos presentes, “hay que vivir el momento”, esconde detrás la ansiedad de
querer vivir y saborearlo todo antes de que el tiempo se acabe.
El “no tener a dónde ir” de
Santoka, denota el sosiego desnudo del que sabe vivir la sed, así cualquier
lugar se convierte en posada. El presente se convierte en dirección y sentido
del no tiene que llegar a ninguna parte y cuando el tiempo dura, la inquietud
se convierte en sosiego.
Eduardo Donin García.
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