El campo de la vacuidad...comentarios de Roland Yuno Rech sobre Wanshi
El campo de la vacuidad
Wanshi nos dice:
“El campo de la vacuidad ilimitada y luminosa es lo
que existe desde el origen”
Cuando practicamos zazen volvemos a ese
origen, del que la mayor parte del tiempo hemos perdido el contacto. Nos hemos
encerrado en nuestro ego limitado, en nuestras construcciones mentales. Hemos
perdido el contacto con la fuente de nuestra vida, con lo que existe desde
antes de nuestro nacimiento, con lo que existe desde antes que separáramos “yo
mismo” y los otros. Todas las religiones intentan llevarnos a esa realidad. La
mayor parte de las veces eso pasa por nuevas construcciones mentales que se
añaden a nuestras construcciones egoístas, y eso crea todavía más conflictos y
oposiciones.
Como dice el Maestro Wanshi:
“Practicar zazen es purificar, pulir todas las
tendencias que hemos fabricado, que se han vuelto nuestra manera habitual de
pensar”
Por la repetición de la práctica, esas
construcciones mentales son trituradas, reducidas a polvo y barridas.
Wanshi nos dice:
“Es lo que finalmente nos permite residir en el
círculo de luz y claridad”
Hoy es el día más corto del año. La noche
es más larga. Es el periodo del año en el que la oscuridad es más intensa y por
ello Navidad es la fiesta de la luz. Es encontrar la luz en la oscuridad. En la
práctica de zazen eso se realiza barriendo todo lo que oscurece nuestra mente,
haciendo realidad que lo que la oscurece no tiene más sustancia que las nubes
en el cielo. Así, durante esta sesshin concentraos bien en cada espiración y
dejar pasar todos vuestros pensamientos, volviendo constantemente a la
verticalidad de vuestra postura y al contacto de vuestros pulgares.
Ninguna existencia tiene sustancia propia
Durante zazen volved constantemente a la
atención en vuestra respiración pues es el otro polo de la concentración. La
postura es la base y la respiración a lo que se vuelve constantemente. Volver
la atención a la respiración nos remite al aquí y al ahora. Nuestras
construcciones mentales aparecen ahora como irreales. El 99 % de lo que
pensamos durante zazen no tiene nada que ver con zazen aquí y ahora. Se trata
de otra cosa: lo imaginario que es sin sustancia pero a lo que nos apegamos,
obsesiones que oscurecen nuestra mente. Si queremos combatirlas con el mental,
con la mente ordinaria, tenemos una confusión suplementaria. Es más sabio
concentrarse en la postura y en la respiración y dejar que esa concentración
desate los nudos que nos hemos fabricados.
Durante un día de zazen como hoy, si
continuamos esa concentración durante un cierto tiempo, podemos encontrar un
espíritu vacío, disponible luminoso, no oscurecido por los pensamientos. Todas
nuestras preocupaciones se desvanecen y podemos constatar la vacuidad. Esta
vacuidad no debe volverse una imagen o un concepto. Es la naturaleza real de
todas las cosas con la que nos armonizamos naturalmente cuando dejamos de
seguir nuestros pensamientos, cuando vivimos de nuevo a través del cuerpo, la
respiración, estando sólo presentes en que surge y desaparece de instante en
instante (el proceso de la vida de cada instante). No nos apegamos ya a
nuestros pensamientos. No dependemos de nada.
Como dice el Maestro Wanshi:
“Esta independencia no se apoya en nada”
Podríamos creer que depende de la
práctica pero la práctica y nosotros somos sin separación, nos hacemos la
práctica misma; así es que no hay dependencia entre sí y la práctica. La
práctica es nosotros, nosotros somos la práctica, y no sólo en zazen sino en
toda nuestra vida. Lo que practicamos está muchas veces condicionado por
nuestras ilusiones, así es que nos ilusionamos. Es la vida del karma. Si
paramos esa vida, si nos sentamos en zazen, si volvemos nuestra mirada hacia el
interior, podemos iluminar nuestra vida, aprender a ver claro. Es volver a la
verdad original sin depender de nuestros pensamientos ni de las condiciones
exteriores, sin dejarnos engañar por los fenómenos.
El Maestro Wanshi nos dice:
“Estamos invitados a comprender que no hay nada que tenga
existencia propia”
Esto quiere decir que ninguna existencia
tiene sustancia. Esto no es una nueva concepción filosófica de la vida sino la
experiencia íntima que podemos hacer realidad nosotros en zazen. Si hacéis una
experiencia diferente, por favor, mostrádmela. Mostradme lo que tiene sustancia propia, lo que existe
de manera permanente y por sí mismo. Si no encontráis nada que parezca eso,
podéis despertaros a la vida iluminada.
En ese dominio de la vida que Wanshi
llama “el dominio de la luz ilimitada”, no
hay ni nacimiento ni muerte. Lo que parece nacer es la manifestación de la
transformación constante de los fenómenos. En realidad no hay nacimiento, no
hay muerte, sólo existe la constante transformación de todo. Nosotros mismos
somos esa constante transformación. Practicar zazen nos ayuda a volver a esta
realidad, a impregnarnos, a armonizarnos con ella, encontrando un cuerpo-mente
flexible, dulce, sin oposición.
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