Despertar y transformación, 2.
Foto de Despertar Integral
A. G.: Hace un momento evocaste la vía de la
transformación, es un largo trabajo , ¿en qué consiste?
R. R.: Justamente, el Despertar es súbito, la transformación
que nos permite armonizarnos con aquello a lo que uno se despierta lleva
tiempo. Toma tiempo porque tenemos en nosotros todo tipo de huellas dejadas por
los hábitos, los comportamientos, maneras de pensar, formas de actuar, maneras
de ser que están enraizadas, ancladas en nosotros desde nuestro nacimiento, y
somos el producto, entre otras cosas, de esos condicionamientos, e incluso si
hemos comprendido que es falso, que tales cosas son falsas y que deberíamos
hablar así, actuar asá, o pensar de tal manera, nos damos cuenta en la vida
cotidiana que retomamos esas viejas costumbres, y eso implica una vigilancia
constante, iluminar sin cesar nuestra forma errónea de funcionar y de tratar de
volver a la condición normal; es decir a una manera justa, no egocéntrica. Una
manera constante de abandonar cualquier tendencia a la avidez, forzosamente
también al odio a todo lo que nos molesta, que impide obtener el objeto de
nuestros deseos. Nos damos cuenta que todas esas cosas, la impaciencia por
ejemplo que hace que yo sea más importante que los demás, que por lo tanto debo
pasar antes de los demás…, muchas veces nos damos cuenta que incluso con la
práctica tenemos tendencia a eso, y entonces para que la vida se vuelva
verdaderamente una vida despierta, hace falta iluminar sin cesar las ilusiones
y soltar presa a fin de permitir a nuestra verdadera naturaleza de Buda
funcionar hacia lo que anima nuestra vida, y no nuestro pequeño ego ilusorio.
A. G.: También creo que hay que poner el acento
sobre la no-separación, en diferentes aspectos, ¿son numerosos, podrías
hablarnos de eso?
R. R. : Sí, ya hemos hablado de la no-separación entre la
práctica y realización, es decir que no se practica para alcanzar el Despertar
más tarde, se practica de tal manera que toda forma de practicar en el mismo
instante sea una práctica despierta.
Es una práctica en la
que no hay separación entre el cuerpo y la mente, mientras que en muchas
espiritualidades se ve al cuerpo como un obstáculo a la realización, “el cuerpo
es la tumba del alma” que decía Platón, y eso fue seguido por toda la tradición
judeo-cristiana. En el Zen, al contrario, volver al cuerpo es fundamental,
cuando se está en el cuerpo estamos en el aquí y ahora.
El cuerpo está
siempre aquí, la respiración es ahora, así que de alguna manera, estar en el
cuerpo es verdaderamente estar en el aquí y ahora; por lo tanto tener ya una
actitud despierta en la vida. Luego está la no-separación con los demás, eso es
fundamental, la verdadera sabiduría no es solamente comprender la
interdependencia, sino actualizarla siendo constantemente uno con todos los
seres que nos encontramos, sintiéndonos en unidad con ellos, con todas las
consecuencias; es decir, no permitiéndonos ocasionar sufrimiento a los demás,
sintiendo verdaderamente compasión, benevolencia y eso ,normalmente, no debería
ni siquiera ser un esfuerzo, porque debería surgir de por sí si somos
verdaderamente conscientes de que el otro y yo, finalmente no somos diferentes
ni estamos separados.
Seguidamente está la
no-separación con la naturaleza, no sólo con nuestra naturaleza profunda,
naturaleza de Buda, aunque en el fondo se conjugan, porque formamos parte de la
naturaleza, mientras que en la mentalidad occidental, desde hace mucho tiempo,
se consideraba la naturaleza como una fuente de riqueza, de aprovisionamiento
para satisfacer nuestras necesidades; por supuesto en cierta forma es eso, pero
sobre todo nosotros formamos parte de la naturaleza y la naturaleza nos permite
existir, satisfacer nuestras necesidades y, además de eso, ser uno con la
naturaleza es abandonar el espíritu del técnico que quiere dominar,
transformar, utilizar, explotar, y encontrar una visión más poética de ella; es
decir, esa capacidad de comunión con la naturaleza, experimentar la alegría, y
así también el respeto, y finalmente eso nos permitirá de tener una actitud
ecológica que no será restrictiva por las leyes y los reglamentos, sino que
viene del corazón, que viene del hecho de que degradar la naturaleza es
degradarse uno mismo, y entonces eso va hasta no cortar una flor, para dejarla
que los demás la contemplen, por ejemplo.
A. G.: Entonces finalmente todo eso, ¿no quiere
decir que esas transformaciones nos traen a nuestra propia naturaleza, a nuestra
naturaleza de Buda?
R. R.: Nuestra naturaleza de Buda, quería decir
también que la otra unidad fundamental es la unidad con Dios o Buda. El Maesro
Deshimaru ponía siempre en el mismo plano a Dios y Buda (podríamos comentar
largo tiempo sobre eso), en todo caso nuestra naturaleza esencial es al mismo
tiempo la naturaleza del universo y de todas las existencias, que llamamos
naturaleza de Buda. Es importante a la vez tomar consciencia y sobre todo,
funcionar en armonía con ella, es decir, actualizando la interdependencia con
todos los seres.
A. G.: Para concluir este programa, ¿podríamos
decir para finalizar que a través de esa transformación se gana igualmente en
libertad?
R. R.: Sí absolutamente, la libertad por otra parte es uno de
los objetivos fundamentales de la práctica del Dharma de Buda. Se trata de
liberarse de todo lo que entorpece, traba, un funcionamiento armonioso de
nuestra existencia; por lo tanto de liberarse de lo que se llama los Venenos,
que son la avidez, el odio, la ignorancia, los celos, el egocentrismo en
general.
Liberarse de esos
obstáculos viviendo en armonía con lo que somos en el fondo y en realidad así,
podemos ser libres verdaderamente, porque practicamos una vía espiritual yendo al
encuentro de nuestra manera habitual funcionar, luchando contra ello, y aunque
no hay una verdadera libertad, porque nos encontramos aún en un deseo de
obtener algo, una perfección espiritual, suprimir las ilusiones, etc.
Por el contrario si
enraizamos nuestra práctica en una práctica de meditación que transforma
nuestra manera interior de ser, esos Venenos, esas trabas a nuestra libertad,
van a disolverse poco a poco, a condición de estar vigilante y de practicar.
Para mí la libertad fundamentalmente es la capacidad de soltar presa, de
deshacerse de las viejas costumbres, de nuestras viejas huellas de los karmas
pasados, y para eso ser extremadamente vigilantes, no se trata de cortar las
ilusiones, sino de verlas, de sonreír, de abrir literalmente la mano para dejarlas ir.
A. G.: Te agradezco infinitamente Roland Rech haber estado hoy con nosotros.
R. R.: Gracias por vuestra atención.
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